
El
autor plantea, en este texto, cuatro perspectivas o posiciones respecto a la
cultura visual: la proselitista, la analítica, la de la satisfacción y la
autorreflexiva.
La perspectiva proselitista considera la cultura visual algo negativo,
de lo que se debe alertar a niños y jóvenes, puesto que es una mala influencia
que provoca en ellos actitudes negativas, tales como la violencia, el
materialismo, el consumismo,…
En mi opinión, este posicionamiento
no es correcto, puesto que la cultura visual es algo que nos rodea y que no
podemos tomar, simplemente, como algo negativo, por lo que habrá que buscar una
respuesta que nos lleve más allá.
En cuanto a la perspectiva analítica, supone realizar
un análisis meramente crítico de la cultura visual, sin tener en cuenta la
satisfacción o el placer que en los alumnos produce.
Para mí, este posicionamiento
tampoco es el que se debe llevar a cabo, ya que no se puede obviar un hecho
como el de que la cultura visual produce placer en quien la consume, teniendo
en cuenta la cultura visual únicamente como un objeto más del currículo.
Respecto a la perspectiva de la satisfacción, todo lo
contrario a la anterior, se tiene sólo en cuenta el placer que la cultura
visual produce en el alumnado, no trabajando ningún aspecto que no sea el
lúdico, por lo que los niños quedan de la misma forma a merced de la cultura
visual.
Bajo mi punto de vista, por muy incoherente
que sea, lo considero el posicionamiento que más se asume en las escuelas. Se
utiliza la cultura visual atendiendo a la posición de los estudiantes sin
analizar ni criticar lo que les gusta. Esto, como ya he dicho, no sirve de
nada, simplemente de entretenimiento, puesto que lo que se necesita es conocer
los pros y los contras de esta cultura visual.
Por último, la perspectiva autorreflexiva nos lleva a
una relación de las tres anteriores. Esta orientación trata de enfocar los
temas de análisis, satisfacción, posicionamiento y audiencia de tal manera que
favorezcan el debate y la adquisición de criterio entre los aprendices.
En mi opinión, si se toma esta
posición sin llegar a entrometerse en la vida personal de los alumnos, sería
adecuada. De esta forma, se tienen en cuenta la satisfacción y placer que se
obtienen de la cultura visual llevándolo, a su vez, a juicio crítico.
Quizás la posición más apropiada
sería la de tomar una perspectiva entre la analítica y la autorreflexiva.
En suma, bajo mi punto de vista
habría que tener muy en cuenta la cultura visual y trabajarla en el aula, atendiendo
a los gustos del alumnado, y analizando críticamente los objetos, imágenes y
producciones de la cultura visual, de forma que el alumno no actúe como un ente
pasivo delante de esta cultura, y no se deje persuadir por todo lo que captan
sus sentidos.
Hernández F., Espigador@s de la cultura visual,Barcelona: Octaedro, 2007 , p.62-68.
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